En primer lugar , para referirme al lenguaje en si debo viajar hacia el pasado y remontarme a muchos millones de años atrás cuando aun el hombre era muy parecido al mono. Es ya en ese tiempo cuando el ser humano vivía en grupos donde nace la necesidad de la comunicación. Si cerramos los ojos y nos imaginamos una época como esa en que se vivía en cavernas , en que solo se abrigaba el cuerpo cuando se sentía frío y se comía al tener la sensación de hambre, en que tener sexo no era por amor o por deseo sino por instinto, si nos imaginamos todo eso no será difícil imaginar que de alguna manero o de alguna forma estas personas tenían que comunicarse y darse a entender, seguramente en un principio era solo con un gesto o quizás acercándose o mostrando (siempre que se pudiera) el objeto.
Es necesario entonces que nazca lo que llamamos la comunicación, lo mas probable es que en esos tiempos sólo se conocieran algunos ruidos o quizás gritos parecidos a los de los animales, pero entre los que habitaban este planeta así funcionaba.
A medida que el ser humano se fue desarrollando y creciendo como tal fue adquiriendo la capacidad o facultad de crear mediante signo o símbolos , el lenguaje que no se sabe si realmente pertenece solo a los humanos.
El lenguaje constituye una actividad humana compleja que asegura dos funciones básicas: la de comunicación y la de representación, mediante las cuales, a su vez, cabe regular la conducta propia y la ajena. Son funciones, por otra parte, que no se excluyen entre sí, sino que aparecen de forma interrelacionada en la actividad lingüística.
Los seres humanos se comunican entre sí a través de diferentes medios y sistemas: los gestos, la música, las representaciones plásticas, los símbolos numéricos y gráficos. El lenguaje verbal, medio universal de comunicación, permite recibir y transmitir informaciones de diversa índole e influir sobre las otras personas con las que interactuamos, regulando y orientando su actividad, al mismo tiempo que ellas influyen sobre nosotros y pueden regular y orientar nuestra propia actividad.
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